viernes, 19 de noviembre de 2010

DELICIAS TURCAS.

Hace un par de años nos decidimos por fin a viajar a un país de tradición musulmana. Turquía fue nuestro destino y su antigua capital, Estambul, la que disfrutamos durante una semana. Pronto caímos embrujados por la magia de esta ciudad bañada por varios mares y en medio de dos continentes. Que nuevas sensaciones ofrecía esta maravillosa ciudad, su gente, sus aromas, las mezquitas por dentro y por fuera, su relieve al atardecer, los minaretes apuntando al cielo, como finas agujas o como antenas con línea directa a lo no terrenal, el gran bazar toda una experiencia para los sentidos sus pasillos abigarrados de comerciantes, géneros, especias y dulces, sus finas telas y sus buenas falsificaciones.
Ni que decir tiene que la esencia de la dieta mediterránea empieza aquí, disfrutamos de comidas pantagruélicas y el maravilloso té moruno con menta y también, porque no, de la belleza inigualable de los turcos...que no sabías si con la mirada te estaban desnudando o te iban a vaciar los bolsillos, o ambas cosas.

Como ha cambiado desde entonces mi visión del mundo árabe, uno no se puede ceñir solamente a la mala propaganda que nos llega a Occidente, y pensar que todo es fundamentalismo y terrorismo, y olvidar que en España llevamos sangre Mora en las venas, en nuestra lengua y en nuestro patrimonio, mucho heredado de ellos.

Una de las cosas que más me asombró fue cuando entré por primera vez en una mezquita, que tras liberarte de tus zapatos entras en un espacio donde se respiraba paz, donde no te sientes extraño, no hay imágenes, solamente sientes que es un lugar de culto por la gente que reza en dirección a la Meca. Las mezquitas además de templos religiosos en el mundo musulmán son lugares de reposo y de hospedaje para los peregrinos que no pueden costearse un sitio donde dormir o poder asearse, no me sentí desplazado ni rechazado por venir de una cultura diferente, solamente disfrute de la belleza de sus mosaicos, lámparas, vidrieras, tapices y alfombras.

¿Estambul en agosto? ¿no nos moriremos de calor? otra vez hemos tenido suerte, viajando a una ciudad tórrida en verano que nos regala una noches suaves que invitan a burear y cancanear… esta es, y quiere ser una ciudad moderna, daba igual que fuera un jueves o lunes, la famosa peatonal de la parte nueva en Taskim , de dos kilómetros de largo, con sus tiendas de moda internacional abiertas hasta casi las dos de la madrugada, y sus ríos de gente arriba y abajo intentando no chocar con el tranvía que la atraviesa. Seguramente no habría en ese momento ninguna ciudad europea con ese ambientazo nocturno y la gran oferta en compras, gastronomía y ambiente gay… exceptuando claro está, Ibiza. Decidimos buscar algún garito… y vaya si lo encontramos una super-disco estupenda, nada escondida, donde los turcos daban rienda suelta a su sensualidad y se servía alcohol alegremente sin prohibiciones, eso sí prohibido fumar. Así es que salimos a la esplendida terraza con vistas al Bósforo a disfrutar de la magia y el placer que es para los sentidos esta fascinante ciudad. Sin duda volveremos… espero .

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